MSc Luis Alejandro Acuña.
Escuela de Matemática, Instituto Tecnológico de Costa Rica.
En este número de la columna no vamos a desarrollar ningún
programa de computadora. Más bien quiero hacer una pausa y expresar mis
opiniones sobre el uso de la computadora como herramienta para enseñar Matemáticas.
Sigo pensando (como escribí en mi columna de diciembre 2000) que la computadora
es un excelente complemento para la instrucción impartida por un
profesor. Pero está lejos de ir más allá de ser un complemento. En la larga
historia de la enseñanza de la Matemática, la computadora es una de las
herramientas más modernas, pero no pasa de ser una herramienta.
Por ejemplo, fue una maravilla cuando se desarrolló una notación matemática
que usaba símbolos en vez de largas descripciones con palabras (como
en vez de "el segmento de recta de A a C es paralelo al
segmento de B a D " ) como se usaba hace varios siglos. La
invención de la pizarra también fue un gran paso, considerando que antes de
eso los instructores seguramente debían dar sus clases solamente hablando y
gesticulando. Y luego la imprenta, bendita sea su invención: ¿qué haríamos
si no existieran los libros? Todavía más recientemente, la popularización de
las calculadoras científicas hizo innecesario que se perdiera tiempo de clase
aprendiendo la mecánica de interpolar cosenos y logaritmos a partir de tablas
inmensas, y pudiera dedicarse más tiempo a conceptos y aplicaciones.
Y por cierto, la adopción de la numeración arábiga en vez de la romana también
fue un gran paso hacia adelante. ¿Alguna vez se ha preguntado cómo se dividiría
:
MCCLXXIV XIV ? (El
resultado es XCI, pero no tengo idea de cómo se calcula en esa notación.)
Así es que la enseñanza de la Matemática ha evolucionado beneficiándose de
adelantos tecnológicos, de los cuales la computadora no es, en mi opinión, más
que uno de los más recientes. No lo digo con desprecio; jamás despreciaría yo
la importancia de la pizarra, el libro ni la calculadora. Solamente quiero decir
que veo la computadora como un paso más en la evolución de la tecnología.
Nada revolucionario; nada que divida la historia en dos partes (AC y DC: antes y
después de la computadora) más que lo que otras invenciones han dividido la
historia (antes de la imprenta y después de la imprenta, por ejemplo).
Entonces la adopción del computador como herramienta didáctica es un paso
evolucionario, no revolucionario, en la historia de la enseñanza. Y no sólo
sigue sin existir un avance tecnológico que haya hecho obsoleta la presencia
personal del docente en la educación formal, sino que, transversalmente, siguen
siendo pocas las profesiones que han sido hechas obsoletas por la computadora. Y
de todas, la docencia probablemente será de las últimas. Podemos entonces
estar tranquilos, colegas profesores, de que ninguna máquina va a robar
nuestros trabajos por mucho tiempo.
Pero simétricamente, tampoco debemos hacernos ilusiones de que el uso de la
computadora en el aula hará más fácil el trabajo docente, por lo menos no
siempre. La introducción de cualquier cambio tecnológico en el aula debe ir
precedida por una buena dosis de planificación, cambio de actitud, cambio de
estilo pedagógico y cruce de dedos. Y seguida por un proceso de análisis y
evaluación de resultados. En general habrá un período de adaptación que para
algunos profesores, sobre todo los menos aventureros, será más incómodo que
dejarnos llevar por la inercia de dar nuestras clases como siempre las hemos
dado.
Y para los más aventureros, es importante una advertencia: la adopción
de una nueva tecnología en cualquier cosa que hagamos no se justifica sólo
"porque estamos en el siglo 21". Si se usan computadoras en el aula,
que sea porque así los estudiantes aprenderán mejor. Algunas personas tienden
a hacer las cosas con computadora sólo para sentirse modernos. Vemos entonces
tarjetas de felicitación hechas completamente en computadora, en las que en
ningún lugar aparece un mensaje o firma de puño y letra del remitente.
Vemos mensajes delicados llegar por correo electrónico cuando lo correcto
sería hablar esas cosas personalmente. Vemos personas tomando una foto digital
a un documento para luego pasarlo a la computadora e imprimirlo, cuando habría
sido más práctico sacarle una fotocopia. Vemos profesores dando su lección en
PowerPoint cuando la pizarra habría funcionado mejor para improvisar ejemplos o
explicaciones según la interacción con los estudiantes. En fin, vemos que se
abusa de la tecnología solamente porque está disponible, no porque haga las
cosas mejores.
Recordemos que la adopción de la computadora no es más que un paso reciente en
la evolución de la enseñanza de la Matemática. Debe dársele un uso racional,
medido, justificado. Antes de decidir usar un programa en particular para
asistir nuestras lecciones, debemos evaluarlo con calma: ¿realmente mejorará
la calidad de la presentación o reforzará el aprendizaje por parte de los
estudiantes? ¿Será mayor el costo de aprender a usar este programa que el de
aprender la materia de la manera tradicional?
Para concluir, sí recomiendo fuertemente que se adopten las nuevas tecnologías
computacionales a la enseñanza, pero solamente en la medida en que mejoren el
proceso de aprendizaje. Para eso debemos saber evaluar con cuidado cuál es el
mejor estado de la computadora (encendida o apagada) en cada situación. Y,
definitivamente, debemos estar dispuestos a hacer los esfuerzos que sean
necesarios para adaptarnos a la tecnología del nuevo siglo.
Espero haber presentado opiniones opuestas a las de algunos lectores. Sus
preguntas o comentarios serán bienvenidos.
Luis Alejandro Acuña