InicioSeccionesCursos en líneaEnviar artículoConsejo editorialNúmeros anterioresSuscribirse (gratuito)ISSN 1659-0643

 

 

 

La computadora en el aula: 
Un paso en la evolución de la enseñanza.

MSc Luis Alejandro Acuña.
 Escuela de Matemática, Instituto Tecnológico de Costa Rica.

En este número de la columna no vamos a desarrollar ningún programa de computadora. Más bien quiero hacer una pausa y expresar mis opiniones sobre el uso de la computadora como herramienta para enseñar Matemáticas.

Sigo pensando (como escribí en mi columna de diciembre 2000) que la computadora es un excelente complemento para la instrucción impartida por un  profesor. Pero está lejos de ir más allá de ser un complemento. En la larga historia de la enseñanza de la Matemática, la computadora es una de las herramientas más modernas, pero no pasa de ser una herramienta.

Por ejemplo, fue una maravilla cuando se desarrolló una notación matemática que usaba símbolos en vez de largas descripciones con palabras (como en vez de "el segmento de recta de A a C es paralelo al segmento de B a D " ) como se usaba hace varios siglos. La invención de la pizarra también fue un gran paso, considerando que antes de eso los instructores seguramente debían dar sus clases solamente hablando y gesticulando. Y luego la imprenta, bendita sea su invención:  ¿qué haríamos si no existieran los libros? Todavía más recientemente, la popularización de las calculadoras científicas hizo innecesario que se perdiera tiempo de clase aprendiendo la mecánica de interpolar cosenos y logaritmos a partir de tablas inmensas, y pudiera dedicarse más tiempo a conceptos y aplicaciones.

Y por cierto, la adopción de la numeración arábiga en vez de la romana también fue un gran paso hacia adelante. ¿Alguna vez se ha preguntado cómo se dividiría :
MCCLXXIV XIV ? (El resultado es XCI, pero no tengo idea de cómo se calcula en esa notación.)

Así es que la enseñanza de la Matemática ha evolucionado beneficiándose de adelantos tecnológicos, de los cuales la computadora no es, en mi opinión, más que uno de los más recientes. No lo digo con desprecio; jamás despreciaría yo la importancia de la pizarra, el libro ni la calculadora. Solamente quiero decir que veo la computadora como un paso más en la evolución de la tecnología. Nada revolucionario; nada que divida la historia en dos partes (AC y DC: antes y después de la computadora) más que lo que otras invenciones han dividido la historia (antes de la imprenta y después de la imprenta, por ejemplo).

Entonces la adopción del computador como herramienta didáctica es un paso evolucionario, no revolucionario, en la historia de la enseñanza. Y no sólo sigue sin existir un avance tecnológico que haya hecho obsoleta la presencia personal del docente en la educación formal, sino que, transversalmente, siguen siendo pocas las profesiones que han sido hechas obsoletas por la computadora. Y de todas, la docencia probablemente será de las últimas. Podemos entonces estar tranquilos, colegas profesores, de que ninguna máquina va a robar nuestros trabajos por mucho tiempo.

Pero simétricamente, tampoco debemos hacernos ilusiones de que el uso de la computadora en el aula hará más fácil el trabajo docente, por lo menos no siempre. La introducción de cualquier cambio tecnológico en el aula debe ir precedida por una buena dosis de planificación, cambio de actitud, cambio de estilo pedagógico y cruce de dedos. Y seguida por un proceso de análisis y evaluación de resultados. En general habrá un período de adaptación que para algunos profesores, sobre todo los menos aventureros, será más incómodo que dejarnos llevar por la inercia de dar nuestras clases como siempre las hemos dado.

Y para los más aventureros, es importante una advertencia:  la adopción de una nueva tecnología en cualquier cosa que hagamos no se justifica sólo "porque estamos en el siglo 21". Si se usan computadoras en el aula, que sea porque así los estudiantes aprenderán mejor. Algunas personas tienden a hacer las cosas con computadora sólo para sentirse modernos. Vemos entonces tarjetas de felicitación hechas completamente en computadora, en las que en ningún lugar aparece un mensaje o firma de puño y letra del remitente.  Vemos mensajes delicados llegar por correo electrónico cuando lo correcto
sería hablar esas cosas personalmente. Vemos personas tomando una foto digital a un documento para luego pasarlo a la computadora e imprimirlo, cuando habría sido más práctico sacarle una fotocopia. Vemos profesores dando su lección en PowerPoint cuando la pizarra habría funcionado mejor para improvisar ejemplos o explicaciones según la interacción con los estudiantes. En fin, vemos que se abusa de la tecnología solamente porque está disponible, no porque haga las cosas mejores.

Recordemos que la adopción de la computadora no es más que un paso reciente en la evolución de la enseñanza de la Matemática. Debe dársele un uso racional, medido, justificado. Antes de decidir usar un programa en particular para asistir nuestras lecciones, debemos evaluarlo con calma: ¿realmente mejorará la calidad de la presentación o reforzará el aprendizaje por parte de los estudiantes? ¿Será mayor el costo de aprender a usar este programa que el de aprender la materia de la manera tradicional?

Para concluir, sí recomiendo fuertemente que se adopten las nuevas tecnologías computacionales a la enseñanza, pero solamente en la medida en que mejoren el proceso de aprendizaje. Para eso debemos saber evaluar con cuidado cuál es el mejor estado de la computadora (encendida o apagada) en cada situación. Y, definitivamente, debemos estar dispuestos a hacer los esfuerzos que sean necesarios para adaptarnos a la tecnología del nuevo siglo.

Espero haber presentado opiniones opuestas a las de algunos lectores. Sus preguntas o comentarios serán bienvenidos.

Luis Alejandro Acuña

 


Revista digital Matemática, Educación e Internet.
Derechos Reservados