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Después de la selección de valores, indicadores y criterios hay condiciones para pasar a la tercera etapa, denominada DIAGNÓSTICO, que se sustenta en un conjunto de acciones encomendadas al profesor. La primera de ellas exige el diagnóstico, pero más amplio que los que realiza la escuela en la actualidad, al partir del estudio de los elementos relacionados con la autovaloración de los estudiantes y cómo son vistos ellos por los demás (entiéndase el profesor de Matemática y el resto de los alumnos de la clase).

 

También en esta etapa se deben tener en cuenta los conocimientos sobre los valores, sus posiciones respecto a ellos, sus aspiraciones inmediatas y futuras. Para el estudio de estos componentes se recomienda utilizar un conjunto de técnicas elaboradas,  desarrolladas y validadas por la Psicología y la Pedagogía.

 

Otro elemento  que demuestra la amplitud de la propuesta de diagnóstico es  contener dentro de él tres direcciones más; la primera de ellas referente a los intereses cognitivos, la segunda con las estrategias de trabajo y, por último, el diagnóstico de los indicadores seleccionados.

 

En forma de resumen de esta etapa de DIAGNÓSTICO, queda sustentado que lleva dos grandes direcciones; una primera, de manera general, donde se tienen en cuenta elementos tales como:

§     El aprendizaje.

§     La caracterización de sus cualidades, en la que no pueden faltar: cómo es la relación y comunicación con sus maestros, compañeros de aula y familia; su participación en las actividades y sus conocimientos sobre sus principales deberes y derechos.

§     Influencias del medio donde se realiza el estudiante (familia, barrio, comunidad donde está enclavado el centro, la escuela misma y los profesores.).

§     Caracterización del contexto donde se desarrolla la actividad.

 

Para el desarrollo de este diagnóstico el profesor debe apoyarse, en lo fundamental, en un análisis detallado del expediente del estudiante, en las valoraciones del colectivo pedagógico que incide sobre el estudiante y en la visita-conversatorio con la familia, en la que se le explique la importancia que reviste para la sociedad y el estudiante en particular, la actividad que se llevará a cabo. 

Una segunda dirección, mucho más específica, es donde se debe tener en cuenta los elementos relacionados con el proceso de resolución de problemas y los indicadores específicos con los que se trabajará. Otro elemento que refuerza su especificidad radica en que las técnicas utilizadas para ello están puramente basadas en los problemas matemáticos. En este caso, el profesor debe apoyarse en problemas elaborados con ese objetivo. La relación explicada se representa en el esquema siguiente:

 

                                           

 

 

Después del tránsito por las etapas anteriormente descritas, el profesor está en condiciones de pasar a la número cuatro, denominada INTEGRACIÓN,  que es donde se trabajan, con mayor profundidad en los elementos esenciales del tratamiento de los problemas matemáticos, y las concomitantes relaciones entre ellos. Aquí aparece el objetivo, que es parcial al ser derivado del objetivo principal, dependiente que dependerá del diagnóstico y del valor sobre el que deseamos trabajar. El profesor debe hacer partícipe al estudiante de su proceso de desarrollo, permitiendo que conozca lo que se espera de él, cuál debe ser el producto de la actividad que va a realizar. Por tanto, habrá una declaración a los estudiantes sobre la importancia de la actividad que realizarán, tanto para ellos en su crecimiento personal, como para la sociedad en general.

 

Después de establecido el objetivo y ya en el quehacer de su cumplimiento, el profesor debe apoyarse, en un primer momento, en los tipos de problemas y  en los elementos fundamentales, a tener en cuenta dentro de su tratamiento, tales como: la presencia permanente de la valoración crítica de los elementos que lo estructuran, de su formulación y de cada unos de los esfuerzos realizados para obtener la solución. En este sentido, el docente, no debe descartar la posibilidad de que un sistema utilizado para desarrollar un determinado indicador pueda utilizarse para favorecer el desarrollo de otro, lo cual está dado por la misma esencia de la personalidad, vista desde un enfoque holístico.

 

En esta dirección resulta necesario precisar algunos puntos esenciales que el profesor seguirá  para alcanzar el éxito en la actividad propuesta. Debe asegurarse, antes de proponer un determinado problema, que se satisfacen las condiciones previas para el trabajo estudiantil, entiéndase conocimientos imbricados en el problema, estrategias para la resolución de problemas, vocabulario formal y matemático, etcétera.

 

Obviamente, al iniciar esta labor, que permite la categorización de los estudiantes en relación con los indicadores analizados, es preciso comenzar solo cuando estemos convencidos de que la información brindada es suficiente, comprensible y que ha sido captada; así  ayudamos a los alumnos en las tareas propuestas. La prueba palmaria de esta comprensión está cuando los estudiantes pueden decir de que trata el problema, los datos fundamentales – tanto implícitos como explícitos – y la(s) interrogante(s) capitales del problema.

 

En este momento debe orientarse a los estudiantes que realicen una lectura analítica del problema y parafraseen; así tienen un acicate para que: formulen preguntas para aclarar lo que se quiere en el problema ; busquen las relaciones que existen entre los datos y analicen si el problema en cuestión posee relación directa o indirecta con los contenidos que se están impartiendo.

 

Selección y utilización de los problemas. Para la selección de los problemas hay que considerar no solo su posible contribución a la formación de valores sino que se aprecie su relación con el desarrollo del pensamiento matemático y la motivación por la  asignatura. La selección realizada debe contener problemas que admitan riqueza de preguntas complementarias, tanto matemáticas como sociales, donde el profesor entronice las exigencias específicas de la asignatura y a su vez favorezca la formación de valores.

 

Es particularmente significativo tener presente el momento del desarrollo del contenido, porque a  partir de él pueden presentarse problemas con  determinadas características, para incidir en un indicador particular y en su posible contextualización. Entonces, con esos antecedentes, el profesor según sus consideraciones utilizará el problema contextulizado o no, en relación con sus necesidades más imperiosas. El docente no debe descuidar que, aunque se proponen las características de los problemas para incidir en un determinado indicador, tiene que propiciar constantemente que el estudiante busque y exponga sus ideas.

 

Proponer en las primeras clases, al menos un problema que exija en lo fundamental un análisis lógico, liberado dentro de lo posible de un profundo conocimiento matemático. Después se debe aumentar el número de ellos y ser utilizados con la finalidad de: Asegurar las condiciones previas, Motivar, Introducir un nuevo contenido, Fijar la nueva materia.

 

Al final de todo el proceso se emprenderán clases destinadas a la resolución de problemas, en las que él sea considerado como punto de partida de un conjunto de problemas con las características analizadas, con el fin de acceder e incidir en los valores estudiados, lo que garantizará el éxito de la actividad.

 

Tratando de alcanzar un desarrollo lo más objetivo posible, el profesor no propondrá siempre  problemas que estén vinculados linealmente con el contenido que se está tratando; así habrá un valladar contra la posibles aplicación “ a ciegas”, por parte de los estudiantes, de los conocimientos que se están desarrollando y, en el plano complementario, el del profesor, contará con facilidades para el control de la actividad que los ocupa.

 

Aunque, en todo el desarrollo del trabajo, se respetaron las ideas desarrolladas por los autores en relación con los valores y sus posibles indicadores. En este caso, resultó muy difícil realizar el análisis desde las posiciones de estudio antes explicadas, al ser la variable (valor estudiado) demasiado compleja. Razón por la cual fue necesario establecer un conjunto de criterios para conocer la situación del valor en un momento dado.

 


 

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