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El ajedrecista con experiencia en el análisis de posiciones estará al tanto del siguiente fenómeno: las posiciones complicadas pueden analizarse indefinidamente. Tómese una posición complicada, una que no tenga demasiadas pocas piezas, y analícese. Se verá que usualmente no se puede determinar quien está mejor. A veces se encuentra una combinación que le da ventaja a un lado, pero luego resulta que existe una defensa. Luego surge una idea que, de nuevo, parece que decide el resultado, pero entonces surge otra "más profunda" que invalida los resultados previos. Las aperturas se vienen discutiendo desde hace cientos de años, y los resultados son siempre fluctuantes. Inclusive hay posiciones de finales de torre (solamente una torre por bando y unos pocos peones) que se vienen analizando en lo que va del siglo que expira, y la discusion continúa. Preferimos no dar ejemplos específicos; el lector que sea ajedrecista puede suministrarlos él mismo, ya sea de las aperturas, o del medio juego, e inclusive de los finales. Una y otra vez una variante es "refutada", para en unos años ser de nuevo "rehabilitada", para pronto volver a ser "refutada" otra vez.
El origen de estos curiosos fenómenos es precisamente la naturaleza caótica del ajedrez. Al igual que el más pequeño cambio en la trayectoria de una partícula modifica completamente al comportamiento posterior de todo el sistema, la más pequeña variación en una posición ajedrecística lleva a líneas totalmente diferentes. Los ajedrecistas ya intuitivamente han percibido esta naturaleza del ajedrez, cuando hacen la distinción entre "combinaciones", que, de acuerdo a Miguel Botvinnik, consisten en un sacrificio y una resolución forzada de la situación, y el "sacrificio especulativo", en el cual un bando sacrifica material y sobre el cual hay consenso universal entre los comentaristas de que no hay modo de demostrar analíticamente su corrección. Esta percepción intuitiva de la infinita complejidad de ciertas posiciones constituye un ejemplo de como los ajedrecistas han comprendido la naturaleza caótica del ajedrez desde hace mucho. Pero el concepto no ha estado claro, y de ahí vienen los reiterados esfuerzos analíticos que se hacen para "aclarar de una vez por todas" si un sacrificio fue correcto. La comprensión intuitiva de la naturaleza pseudocaótica del ajedrez también está patente en el concepto de la teoría de aperturas de plantear posiciones que presenten debilidades propias pero con "contrachances dinámicos".
Qué implicaciones prácticas tienen estas consideraciones matemáticas para el jugador de ajedrez? Antes que nada, el entender la naturaleza caótica del ajedrez le permite profundizar en su comprensión del espíritu del juego, de "como funcionan las piezas". Esto es muy importante, por ejemplo, a la hora de analizar posiciones o en la teoría de una apertura, y, en general, en como debe enfrentarse el jugador al estudio del ajedrez. El concepto del estudio de una posición no va a ser nunca el mismo si uno piensa que va a ser de muy fácil análisis o que ella oculta una complejidad infinita. No tiene sentido tratar de agotar una posición típica, tratar de "realmente entenderla", en cuanto que esto es imposible. Más que agotarla tácticamente, el ajedrecista tiene que irla "conociendo", de un modo parecido a como se va conociendo a una persona con el trato. Se van conociendo sus peculiaridades, sus tendencias, en fin, su "personalidad". Al igual que el natural de una región tiene ventaja en una guerra de guerrillas sobre el soldado extranjero, el ajedrecista que ha jugado reiteradamente una posición tiene ventaja sobre el recién llegado a ella. Pero no se puede agotar ninguna posición típica. La riqueza del ajedrez se debe precisamente a su naturaleza caótica, y siempre se van a poder encontrar nuevas posibilidades tácticas, totalmente inesperadas. Los giros tácticos extraños son la regla en ajedrez.
Esto es posible aprovecharlo cuando se está en una posición difícil, o cuando se está jugando con oponentes con experiencia en la posición dada, para salirse de la teoría. Por decirlo a nivel de máxima ajedrecística, el que busca complicaciones tiene una excelente oportunidad de encontrarlas: casi siempre las habrá. La experiencia de un jugador en un posición le da ventaja, sobre todo si su contrincante juega conceptos obvios o trillados, que el otro ya ha jugado y analizado antes. El estudio de una posición no le permite a un jugador agotarla o entenderla de un modo completo, pero sí le da ventaja práctica sobre otro que no la haya estudiado. Otra implicación del caos es que las jugadas no obvias o naturales van a ser, en general, mucho menos malas de lo que parecen, porque probablemente siempre van a existir secuencias de gran complejidad en que esas jugadas "antinaturales" tenga efectos positivos inesperados. Esto explica la "dificultad" de ganar partidas ganadas: la partida ganada sigue siendo pseudocaótica, y por ello, de complejidad pseudoinfinita.
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