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Explicaremos brevemente el caos. En la mecánica clásica se estudia el movimiento de partículas que interactúan entre sí de acuerdo a leyes dinámicas. Estas leyes se expresan por medio de ecuaciones diferenciales ordinarias. Frecuentemente los sistemas dinámicos son del tipo llamado autónomos de tiempo-contínuo de orden n. En este caso las ecuaciones son de la forma:
Dada una cierta disposición de las partículas, podría pensarse que si se variaran las condiciones iniciales ligeramente, por ejemplo, modificando en un milésimo a una de las condiciones iniciales, esta segunda solución sería parecida a la primera. En el caso específico de sistemas físicos, es natural que se pensara de este modo, pues este razonamiento obedece en parte a la fe en el principio de causalidad: supone que de algún modo la posición inicial es la ``causa" de la posición final, y consecuentemente, si la causa se modifica muy poco, pues el principio de causalidad diría que efecto va a ser casi el mismo. Sin embargo, esta suposición es totalmente falsa. Se llama caos precisamente a la observación, lograda inicialmente por medios computacionales, de que en cualquier sistema que no sea muy sencillo, el comportamiento cambia total y dramáticamente cuando se varían las condiciones iniciales en lo más mínimo. De hecho las trayectorias dadas por el vector x(t) con el paso del tiempo divergen exponencialmente en función de la diferencia en las condiciones iniciales. Llama la atención que no sea hasta nuestro tiempo que se haya llegado a esta comprensión, y sin embargo, si uno se pone a pensar lo difícil que es realizar cálculos aritméticos complicados a mano, y lo fácil que es equivocarse haciéndolos, se entiende que durante todos estos siglos lo que probablemente ha estado pasando ha sido que cuando alguien observaba el fenómeno al hacer los cálculos, lo achacaba a un error o al uso de un número insuficiente de cifras decimales; si lo veía en la naturaleza, lo achacaba a algún error experimental o de medición.
Paradójicamente, hay bastante orden en el caos. Los atractores extraños, a los cuales tienden las trayectorias caóticas, permiten llevar a cabo predicciones generales sobre el sistema. También en muchos sistemas hay leyes que se cumplen exactamente, como la conservación de la energía y del momentum y otras integrales que puedan tener las ecuaciones de movimiento en la mecánica clásica. Y algunos de los datos más importantes de un sistema a veces no están relacionados con la solución de las ecuaciones dinámicas. Por ejemplo, en el modelo Glashow-Weinberg-Salam de la física, que explica la relación entre las fuerzas electromagnéticas y las débiles, las predicciones más importantes están vinculadas con las masas de las partículas y la intensidad de las fuerzas mismas, no con las trayectorias de las partículas. En los sistemas biológicos la solución exacta teórica del sistema casi nunca es lo más importante, sino más bien la comprensión de como funciona el sistema en la realidad. Para terminar este breve resumen daremos algunos ejemplos de sistemas dinámicos autónomos. Una partícula sola en una dimensión obedece a dos ecuaciones del tipo (1), a saber:
x = v, mv = F(x) |
x | = | (y - h(x)) | |
y | = | x - y + z | |
z | = | - y |
donde h es la función discontinua
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